lunes, 23 de febrero de 2009

UN RECUERDO DE CARNAVAL

Por Carlos Szwarcer
Recuerdo los carnavales de mi niñez. Los bailes en los clubes de barrio. Las bombitas de agua. La alegría, la transgresión. Había en nosotros una dosis de maldad, propia de la inconciencia juvenil, que se filtraba en juegos aparentemente inocentes...


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Una imagen de un siglo atrás:
“El varón es derrotado por las mujeres que lo sumergen en la tina”.
























...La barrita de la calle Padilla, a la que yo orgullosamente pertenecía, tenía algún que otro integrante malentretenido. ¿Qué teníamos, ocho… diez años? Se nos había ocurrido esperar en la vereda de la peluquería de la vuelta, en la calle Malabia. Un cófrade se juramentó que haría puntería con la primera dama que saliera recién peinada. Y así fue no más… ¡Muy buen lanzamiento! La víctima, elegantemente vestida, con uno de esos peinados super altos de la época, recibió una rechoncha y certera bombita de agua que le desubicó la enhiesta construcción de pelos engomados por el spray. Abrió los ojos enormes y se echó a llorar sin consuelo mientras todos salimos corriendo con absoluta cobardía ¡Cosas de chicos…!


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Una colorida ilustración para confirmar la esencia del carnaval en los recuerdos más cercanos. 

  No por justificar al compañero de tropelías, que maliciosamente amargó el día a la pobre señora, y, mucho menos, al grupo de zánganos que alentábamos la vil maniobra, pero lo cierto es que el Carnaval -tal como afirma Daniel de Lucía-, “… además de fijar una línea de contraste entre la carne y el espíritu …, marca un tiempo salido de cauces ordinarios” (1) . Desde la época colonial fueron días de descontrol.


Notas:
1) De Lucía, Daniel. “Todo es Historia” Nº 331. Febrero de 1995. Buenos Aires.

Imagen 1: Dibujo de Fortuny. “Todo es Historia” Nº 331. Febrero de 1995. Buenos Aires.
Imagen 2: ilustración de http://trastras.blogspot.com/

Carlos Szwarcer.
Buenos Aires, febrero de 2009 














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