miércoles, 27 de julio de 2016

La mutilación de la letra ‘s’ en el Caribe hispanohablante

Por Pedro Samuel Rodríguez 




 

“Hoy, sería irreverente decir que lo hispánico llegó a la isla antes que lo africano, aunque así sucedió en realidad”.
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El presente escrito no posee pretensión académica alguna y a su autor solo le mueve el simple interés por el tema en cuestión. Es probable, además, que los aspectos aquí tratados hayan sido planteados por especialistas e investigadores del lenguaje en quién sabe cuántos autorizados ensayos. No obstante, quien escribe, un caribeño-antillano-dominicano, no ha leído esos textos y en consecuencia, escribe como resultado de una reflexión personal sobre aquello que aún no ha examinado.

Aclarado lo que precede, entremos en materia.

En términos generales y con diversas gradaciones y matices según la región, la mutilación de la letra ese en el Caribe hispanohablante parece caracterizarse por: 

     1- la supresión de la letra ‘s’ cuando a ésta le sigue otra consonante. Ejemplos:  sp: esperó (eperó), áspero (ápero), st: poste (pote), esto (eto), visto (vito), sc: oscuro (ocuro), buscó (bucó), sb: esbirro (ebirro), sl: muslo (mulo), sq: esquina (equina), sf: esfera (efera), sm: esmalte (emalte)...

       2-  la supresión de la ‘s’ cuando ésta se encuentra al final de la palabra. Ejemplo: jamás (jamá), manos (mano), compás (compá), mujeres (mujere)…

Lo mismo ocurre con la ‘z’ (en función de ‘s’). Ej.: zc: mezcla (mecla), y al final de la palabra: feliz (felí), veloz (veló), luz (lú)…

Sin embargo no hay problemas con la pronunciación de la ‘s’ cuando a ésta le sigue una vocal. Eje.:  sa: mesa (mesa), casa (casa), sala (sala), so: peso (peso)…  Lo mismo vale para la consonante ‘z’ (en función de ‘s’): maza (masa),  marzo (marso), caza (casa)… 

Hay que destacar que los ejemplos aquí expuestos son más notorios en el habla coloquial cotidiana popular, y se atenúan en las exposiciones discursivas formales y de modo relativo en los medios de comunicación masiva. 

Posible origen de este fenómeno fonético

Pensamos que la supresión de las eses en el Caribe hispanohablante ha ocurrido por influencia  de las lenguas africanas cuya presencia histórica data de la época de la esclavitud africana en esta zona. Si escuchamos algunos de los actuales dialectos hablados hoy  en Africa, podremos notar que el aparato fonológico de sus hablantes les imposibilita pronunciar sonidos de alta frecuencia como aquellos que deben emitirse cuando se encuentra una ‘s’ a la que sigue una consonante: (Sc) oScuro, (Sp) eSpina, (Sl) muSlo, (St) eStufa, (Sf) eSfera; y la ese  colocada al final de las palabras: compáS, manoS
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Así, los esclavos africanas recién traídos al Caribe a partir del siglo XVI al iniciarse la época colonial, evitarían tales incómodos y extraños sonidos mediante el recurso de la supresión de una de las letras (la S) de ese par de consonantes que obliga a producir lo que para ellos sería un impronunciable sonido (Sc, Sp, Sl, St...) así como la 's' final.


Si escuchamos con atención algunas de las lenguas habladas hoy en Africa, nos percatamos de la ausencia de esos sonidos de alta frecuencia que mencionamos. Oigamos una africana actual hablando en su lengua nativa y observemos la carencia de sonidos como los producidos por el par de consonantes mencionado, así como la falta del sonido que produce la 's' al final de una palabra castellana:








Escuchemos otra lengua nativa de Africa:







(Corrección del vídeo: ...Océano Indico, al ESTE)
 
En efecto, para los recién llegados hablantes de esas lenguas africanas, la solución por la que optaron sería simple y efectiva: suprimir la incómoda letra ‘s’ cuando le sigue otra consonante y cuando está al final de la palabra. Así, la adaptación del idioma castellano a su propia posibilidad fonológica de origen se hizo evidente y de esa forma aquellos africanos se gestionaron un castellano parecido al sonido plano y gutural propio de sus lenguas originarias. Así, esa necesaria acomodación resultó en posibles sonidos tales como: bucó eperó mulo pote eto ocuro equina efera vito lu felí veló ecuela epaña…, solucionando así un problema no sólo por la vía de lo más fácil sino por la vía de lo fonéticamente posible.

Presencia de la ‘s’ en ausencia de lo africano

En regiones de Iberoamérica en donde los españoles colonizadores no llevaron esclavos africanos en razón de que no fue necesario por motivos de la abundante cantidad de nativos allí encontrados, como fue el caso de –digamos- vastas regiones de México, no se da el fenómeno de la mutilación de la ‘s’ que aquí tratamos. 

Así, hoy, a muchos mexicanos incluso analfabetos de la zona rural de esa nación les escuchamos pronunciar sin dificultad alguna, expresiones como la siguiente: “nosotros estamos esperando las medidas anunciadas por nuestros congresistas”. Sin embargo, en el Caribe hispanohablante, ya sea Cuba, República Dominicana, Puerto Rico, la costa caribeña de América Central, de Colombia y demás zonas en donde hubo alguna notable presencia africana, esa misma expresión se escucharía de una manera muy semejante a la siguiente: “nosotro etamo eperando la medida anunciada por nuetro congresita”. 

El origen de la diferencia entre aquellos mexicanos y estos caribeños podría ser fisiológica. Es posible que la naturaleza del aparato fonológico de los hablantes de las lenguas nativas de México facilitara su adaptación a aquel sonido que obliga a emitir la pronunciación del mencionado par de consonantes  en el idioma castellano; no sucediendo así en la fisiología del aparato fonológico de los hablantes de las lenguas africanas recién llegados en aquel tiempo.


 Nota: Indígenas mexicanos hablando su lengua nativa: 
 



Lo que llamamos 'sonidos de alta frecuencia' son aquí evidentes. En el vídeo detectamos palabras con sonidos muy similares a los producidos por las consonantes sc: "retscoya", "scuen", sp: "spikan"...) y como aquel que produce la 's' al final de una palabra. En México, las fuerzas telúricas que gestaron la base de la cultura popular y mayoritaria, provienen de las milenarias etnias indígenas originarias, las que, con los ingredientes de los procesos de aculturación y transculturación, han ido perfilando las formas de lo autóctono. En Santo Domingo, lo autóctono es producto de la combinación de dos culturas (españoles y africanos) llegadas desde el exterior hace apenas quinientos años en donde la fusión étnica fue gestando una base cultural híbrida, cuyo protagonismo parece estar inclinándose a favor del vector cultural de ascendencia africana. Las formas del lenguaje que en este escrito tratamos podrían ser demostración de ello. 


El fenómeno fonético de la supresión o mutilación de la consonante ‘s’  según lo describimos, parece que fue conformándose a partir de los núcleos humanos esclavos provenientes de las costas occidentales del continente africano. Su influencia se expandiría  mediante la masiva presencia de los descendientes de tales núcleos; consolidándose mediante los procesos de mestizaje y luego generalizándose a partir de los respectivos procesos de emancipación e independencia de estas sociedades del Caribe hispanohablante. En la República Dominicana de hoy, se observa que las inserciones  sociales obtenidas mediante las luchas políticas de los últimos cinco decenios se encargaron de consolidar definitivamente la magnitud de la influencia de ese vector cultural de ascendencia africana en el resto de la población.

Es necesario destacar que actualmente el grado de mutilación de la ‘s’ varía de acuerdo a la magnitud numérica de los individuos africanos llegados en el transcurso de la época colonial a estos territorios caribeños. Así, observamos que esa mutilación es mucho más evidente en la ciudad de Cartagena de Indias (Colombia) que en la capital de esa nación, Bogotá, en donde el sonido de la ‘s’ es generalmente bastante claro. Esta variación relativa sería una adicional confirmación a la tesis que sustentamos sobre el origen africano de la mutilación de las eses en la cuenca del mar Caribe. En la caribeña ciudad de Cartagena, la presencia de esclavos africanos fue infinitamente superior a la de Bogotá. Por su parte, en la costa caribeña de Venezuela, se presenta un fenómeno bastante parecido al colombiano, pero  en Caracas  más bien se tiende a sustituir la ‘s’ por un sonido parecido a la ‘j’: “los invito pues” (loj invito puej), “cuando estés acá” (cuando estej acá)… Esta sustitución de la ‘s’ por ‘j’ se observa también en ciertas regiones  de Cuba y Puerto Rico, y en menor escala en República Dominicana.

Pronunciación de las eses, criollidad y machismo

Probablemente en áreas geográficas específicas como la actual República Dominicana, el crecimiento de la histórica influencia africana ha llegado a ser más poderosa que su correlato hispánico. Es posible que ello se deba al intenso proceso de mestizaje ocurrido desde principios de la colonia en ese pueblo antillano. Se trata del pueblo caribeño más mezclado, cuya mezcla se operó en la particular condición (caso único en Iberoamérica) de unos amos en aislamiento y en casi permanente estado de pobreza. Esta condición está documentada en muchas cartas del siglo XVII dirigidas por los obispos al rey y en incontables escritos coloniales que lo reseñan.

Ciertamente la tendencia general del dominicano es la de adscribirse a la cultura Occidental. No obstante, en las últimas cinco décadas, el sustrato de ascendencia africano es el que parece protagonizar la cultura de la nación. Esa dicotomía se hace evidente en sectores minoritarios de individuos blancos provenientes de las clases altas cuyos ancestros no fueron esclavos. Por un lado sus gustos y preferencias son marcadamente los de la cultura occidental pero cuando deben expresarse con énfasis y determinación lo hacen utilizando las formas del habla proveniente del histórico sector africano.

Al menos en el ámbito de la lengua se percibe que el poderoso sector africano es asumido como factor constitutivo de la criollidad, mas no así ocurre respecto a la debilitada influencia hispánica. Actualmente y como resultado de las luchas políticas y el avance de la democracia las élites sociales y económicas han dejado de protagonizar la cultura, pues la presencia del pueblo mayoritario en el escenario social dominicano de las últimas cinco décadas ocupa toda la geografía de la nación, en los medios de comunicación y en el liderazco político, evidenciándose que la cultura de filiación africana es el sustrato influyente y protagónico. Hoy, todo aquel que pretenda sacar a relucir lo hispánico corre el riesgo de ser culturalmente proscrito.

Si quisiéramos conocer cuándo históricamente inició esa tendencia tendríamos tal vez que remitirnos a mediados del siglo XIX cuando empezaría a generalizarse en forma inconsciente y solapada la solidaria piedad con que el religioso humanismo español conformó a la población de esta nación caribeña. Pero también hubo en ese tiempo la necesidad de utilizar a los ex esclavos en función de soldados (de peones-soldados) para las guerras que consolidaron la Independencia.

Si quisiéramos hurgar en un pasado aún más remoto, entonces  es probable que factores tales como la pobreza de los amos en la época colonial, fuera conformando en éstos un sentido de vital dependencia respecto a sus esclavos, y a la vez éstos esclavos desarrollarían un sentido particular de su importancia, con tanta fuerza, que al paso del tiempo su impronta africana iría validándose como el sustrato fundamental a pesar de su posición social subordinada. En lo que al presente escrito concierne, ese enorme poder sumergido iría imponiendo sus formas culturales al resto de la población, no sólo en el lenguaje sino en lo atinente a casi toda la carga simbólica  de lo vernáculo. Hoy, la magnitud de ese poder no permitiría que algún irreverente se atreva a insistir en que lo hispánico llegó a la isla antes que lo africano, aunque así haya ocurrido efectivamente.

En la actual República Dominicana, quien ose hablar “poniendo las eses donde van” puede ser despectivamente sindicado de pretencioso, ampuloso y hasta de poco varonil. Esos cuasi agresivos señalamientos pueden interpretarse como definitiva declaración que sella y oficializa la victoria de unas formas culturales (africanas) sobre otras (hispánicas).

Para poner esto en perspectiva, se nos ocurre indicar que sería perfectamente posible que esas acusaciones y señalamientos sorprenderían a aquellos mexicanos rurales antes mencionados; éstos no atinarían a comprender la relación existente entre una cosa y la otra; es decir, entre la pronunciación de las eses, lo pretencioso, lo ampuloso y el machismo. A su vez, para muchos dominicanos resultaría extraña la incomprensión de esos mexicanos.

Reflexiones finales

Nuestra intención es precisamente la de vincular tales extrañezas mediante la facilitación de espejos externos que nos permitan mirarnos en el otro, y mediante el examen histórico de particularidades como el lenguaje, para así entender por qué somos de determinada forma y por qué actuamos como lo hacemos, y además para concienciarnos de que no se trata de una naturaleza nacional inamovible y eterna sino de que hemos estado adaptándonos a fenómenos dinámicos, los que son pasibles   de revertir a voluntad o mantener a conciencia. Así, el estudio de nuestra identidad  nacional puede entonces empezar a ser abordado, contando con herramientas tales como el simple y cotidiano lenguaje popular.


En el ámbito dominicano seguiremos suprimiendo las eses al hablar, pero luego de mirarnos en esos espejos estaríamos habilitados para mantener o modificar esas formas por propia decisión, dejando de mirarlas como instancias que creíamos inmodificables costumbres de nativos. Así, al menos, sabremos cuál es el origen del temor a “poner las eses donde van” cuando hablamos, y el por qué de otros tantos, tontos y múltiples miedos e inseguridades semejantes. Es cierto que “Somos así y así somos” pero seguiremos siéndolo sólo hasta que decidamos modificar ese modificable destino.


Notas: 

1- Campesinos mexicanos:


  
                  2- Campesina suramericana hablando en su lengua nativa. Obsérvense los sonidos de alta frecuencia en sus   palabras:


      3- Como contraste, escuchemos nuevamente a la mujer africana y al presidente de Zimbabue hablando sus lenguas nativas. Notemos la falta de los sonidos mencionados:

              5-  Breve documental sobre la trata esclavos africanos:


6 - Video relacionado con el tema:
"Los negros y la esclavitud en Santo Domingo", Texto: Carlos Larrazábal Blanco, parte I
7- Lectura relacionada:

¿Existe un dialecto dominicano?



psr / StoDgo RepDom, 23 sept, 2012

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